La Paradoja de Crecer | The Paradox of Growing Up

Una vez más, aquí estoy, frente a una página en blanco, tratando de descifrar el cuestionamiento que ha rondado mi mente más de una docena de veces. Sin embargo, aún no logro colocarlo en el lugar correcto dentro de mis pensamientos. ¿Y por qué me esforzaría en prestarle atención a tal cuestionamiento que, al día de hoy, se ha transformado en un sentimiento? Lo puedo sentir dentro de mi cuerpo, tal como noto el palpitar de mi corazón.

Bien, continuemos con los porqués... Solo unos pocos más, deseando que esto brinde claridad a la idea central que intento ordenar. Esa idea que se convirtió en un cuestionamiento y que ha logrado apoderarse de mí más de una vez. Incluso creo que ya albergo ese sentimiento con nostalgia; supongo que esa debe ser la razón por la que le permito quedarse. Nostalgia... tan linda y paralizante a la vez. ¿Cuántas cosas me has impedido crear y disfrutar? ¿Cuántas bendiciones habré dejado de recibir por albergar con nostalgia ese extraño, aunque necesario, sentimiento? De no ser así, no tendría razón para quedarse.

Me alegra saber que todos padecemos ese sentimiento en algún punto de nuestras vidas. Aclaro que no me alegra por el sufrimiento, frustración y estrés que esto conlleva; mi alma inocente ve como un alivio estar acompañada en esta experiencia llamada vida. Esa alegría que nutre al saber que hay abrazos que nos pueden contener, besos que nos pueden aliviar, sonrisas que nos pueden alegrar y miradas sinceras que empatizan con ese peculiar sentimiento. Al cual muchos adultos le llaman madurar, otros crecer... En fin, ¿qué es madurar? ¿Y a qué se refieren con crecer? Me gustaría afirmar que madurar y crecer están estrechamente ligados a la plenitud y la evolución, ...pero, dado que por mi carrera analizar segmentos y comportamientos se ha convertido en una especie de actividad inconsciente, no puedo evitar preguntarme: ¿Al madurar realmente evolucionamos, o nos vamos cargando de cosas innecesarias que nos alejan de nuestra esencia? ¿Es crecer sinónimo de avanzar, o simplemente acumulamos responsabilidades y preocupaciones que nos pesan más de lo que nos enriquecen? Tal vez, en nuestra búsqueda por ser adultos, olvidamos cómo liberar lo superfluo y mantener lo que verdaderamente importa. ¿Será que madurar no es añadir capas, sino aprender a soltar?

Realmente no logro expresar el nombre correcto de tal sentimiento, y con esa manía que tengo de nombrar las cosas—manía que se ha convertido en parte de mi trabajo y mi vida—veo que nombrar no es malo. Recordemos que nada es en sí malo, solo es. Habiendo dicho esto, encuentro muchos dones en el nombrar (siempre que se nombre correctamente; de lo contrario, tal nombramiento traerá consigo transformación). Pero hay que estar listos para los procesos de transformación, aunque nunca se está listo realmente para nada. Así que corregiré mi elección de palabras por DISPUESTO. Bajo mi óptica, percibo similitudes y opuestos entre LISTO y DISPUESTO. ¿Nombrar quizá sea la antesala de soñar? Si esto fuera así, tendríamos que ser más cuidadosos al hacerlo.

Once again, here I am, facing a blank page, trying to decipher the question that has circled my mind more than a dozen times. Yet, I still can't place it in the right spot within my thoughts. And why would I strive to pay attention to such a question that, to this day, has transformed into a feeling? I can feel it within my body, just as I notice the beating of my heart.

Well then, let's continue with the whys... Just a few more, hoping this will bring clarity to the central idea I'm trying to organize. That idea which became a question and has managed to take hold of me more than once. I even think I now harbor that feeling with nostalgia; I suppose that must be the reason I allow it to stay. Nostalgia... so beautiful and paralyzing at the same time. How many things have you prevented me from creating and enjoying? How many blessings might I have missed out on by harboring with nostalgia that strange, albeit necessary, feeling? If it weren't so, it wouldn't have a reason to stay.

It comforts me to know that we all suffer from that feeling at some point in our lives. I clarify that I'm not glad about the suffering, frustration, and stress that this entails; my innocent soul sees it as a relief to be accompanied in this experience called life. That joy that nurtures by knowing there are hugs that can hold us, kisses that can soothe us, smiles that can cheer us up, and sincere gazes that empathize with that peculiar feeling—which many adults call maturing, others growing up... In the end, what is maturing? And what do they mean by growing up? I would like to affirm that maturing and growing up are closely linked to fulfillment and evolution, but, given that analyzing segments and behaviors has become a sort of unconscious activity due to my career, I can't help but wonder: When we mature, do we really evolve, or do we burden ourselves with unnecessary things that draw us away from our essence? Is growing up synonymous with advancing, or do we simply accumulate responsibilities and worries that weigh us down more than they enrich us? Perhaps, in our quest to be adults, we forget how to let go of the superfluous and keep what truly matters. Could it be that maturing is not about adding layers, but learning to let go?

I truly cannot express the correct name for such a feeling, and with that habit I have of naming things—a habit that has become part of my work and my life—I see that naming is not bad. Let's remember that nothing is bad in itself; it simply is. Having said this, I find many gifts in naming (as long as things are named correctly; otherwise, such naming will bring about transformation). But one must be ready for the processes of transformation, although one is never really ready for anything. So I will correct my choice of words to WILLING. From my perspective, I perceive similarities and opposites between READY and WILLING. Could it be that naming is perhaps the prelude to dreaming? If so, we would need to be more careful when doing it.